Las 500 Millas de Indianápolis
La
perseverancia es un factor fundamental para los pilotos de la Indy
Racing League IndyCar Series, sobre todo para los que van a disputar las
500 Millas de Indianápolis sin haber ganado aún.
Tener pretensiones de conseguir
inmediatamente un triunfo en las 500 Millas de Indianápolis, (por
tradición a disputarse el último Domingo de Mayo en el Estado de
Indiana, EE.UU.), representa una sobrecarga psicológica, pese a que hubo
pilotos que triunfaron en su debut. No obstante, hay pilotos que
anteponen las ganancias monetarias, incursionando brevemente con el
propósito de conseguir rápidos réditos pecuniarios.
El vértigo en la pista de Indianápolis.
Poder acceder a correr en el
rectángulo con vértices redondeados de Indianápolis, donde en 2005, al
cabo de 200 vueltas, el vencedor recorrió 805 Km., previo paso por la
exigente clasificación durante el mes de Mayo, (clasifican los autos y
no los pilotos), demanda una esmerada concentración, con una cuota de
“retiro” del seductor foco periodístico.
El especulador piloto brasileño
Vitor Meira fue desconsiderado al momento de jugarse por la victoria. En
la edición de las 500 Millas de Indianápolis de 2005 arribó en el
segundo puesto tripulando un Panoz G-Force-Honda/Firestone Firehawk Indy
500 de la escudería Rahal Letterman Racing-Menards/Johns Manville, con
la intención de asegurarse el cobro de U$S 656.955, actitud encubierta
con el pretexto de sumar “valiosos” 40 puntos para tratar de lograr el
campeonato de la categoría I.R.L. IndyCar Series, que a la postre obtuvo
el británico Dan Wheldon.
Vitor Meira instantes antes de la largada
de las 500 Millas de Indianápolis 2005.
Meira y otros pilotos pasan por
alto que en la valiosa historia de las 500 Millas de Indianápolis,
además de cobrar sus merecidos y elevados haberes, la audacia de
numerosos conductores estuvo ligada al triunfo, la fama y la gloria. Con
el apoyo de sus respectivos equipos y patrocinadores, se destacaron
manejando con arrojo, disponiendo y administrando sabiamente sus propios
tiempos, con el opuesto fin de otros colegas por cobrar. Pilotos de
jerarquía encauzaron sus pensamientos y energías de tal forma que ocupan
un espacio reservado para “elegidos” en las crónicas de las 500 Millas
de Indianápolis. El brasileño Gil de Ferran, ganador en 2003 conduciendo
un Panoz G-Force-Toyota/Firestone Firehawk Indy 500, quien ganó U$S
1.353.265, perteneciente al Marlboro Team Penske, y el citado Dan
Wheldon, victorioso en 2005 con un Dallara-Honda/Firestone Firehawk Indy
500, acreedor a U$S 1.537.805, de la escudería Andretti Green Racing-Klein
Tools/Jim Beam, son casos de pilotos de magnífico nivel.
Dan Wheldon llega victorioso en la edición
2005.
Otra imagen de la victoria de Dan Wheldon.
Estos y los pilotos que obtuvieron
admiración en las 500 Millas de Indianápolis, en algunos casos sin haber
triunfado nunca, no se frustraron por ciertas adversidades. Atravesaron
situaciones desfavorables, pero fueron motivo de autocrítica.
Los años iniciales son de
instrucción en categorías promocionales, los que cimientan el futuro, y
es en esa etapa, para muchos pilotos sinónimo de soledad, cuando, con
ambición y talento, marcarán la diferencia.
Hombres y máquinas “fundidos” en un
todo, en una amalgama mecánica, estética y dinámica. Con el impulso de
33 peculiares seres humanos apasionados evolucionando sin aceptar
esquematizaciones, terminan formando una unidad “indisoluble” que hará
encontrar a cada espectador con la esencia misma de la belleza, y a uno
de ellos con la victoria.
Ricardo Gabriel D'Annunzio
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al autor.
Este escrito fue publicado en el
Diario argentino “LA NUEVA PROVINCIA” -
http://www.lanueva.com - el Martes 23 de Mayo de 2006.
El Domingo 28 de Mayo de 2006 se
disputó la nonagésima edición de las 500 Millas de Indianápolis,
venciendo el estadounidense Sam Hornish Jr. a bordo de un Dallara-Honda/Firestone
Firehawk Indy 500, propiedad del Marlboro Team Penske, en su séptimo
intento para lograr su primera victoria en la célebre carrera.
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