En el fin de semana previo al Gran Premio de los Estados Unidos 2005,
quedó evidenciado que el trazado de Indianápolis, en su configuración
mixta para la Fórmula 1, es por demás demandante para las cubiertas,
desgastando en exceso el caucho, independientemente de la puesta a
punto de las suspensiones y del resto de cada auto, lo cual se
manifestó el Viernes anterior a la atípica carrera, desarrollada el
Domingo 19 de Junio, cuando en la peraltada, reasfaltada y abrasiva
curva Nº 13 (que tiene una inclinación de 9 grados y 12 minutos y en
el famoso trazado rectangular, mal llamado “óvalo”, es la curva Nº 1 y
se toma en sentido inverso), el alemán Ralf Schumacher, a bordo de su
Toyota TF105/Michelin, sufrió un violento accidente causado por la
rotura del neumático trasero izquierdo.
Las siete escuderías socias de
Michelin Motorsport en 2005, a saber: Red Bull Racing, Lucky Strike
BAR Honda, Team McLaren Mercedes, BMW Williams F1 Team, Sauber
Petronas, Panasonic Toyota Racing y Renault F1 Team, aceptaron no
participar en el Gran Premio de los Estados Unidos 2005, abandonando
tras dar la vuelta previa a la largada por razones de seguridad,
dispuestas por la firma francesa Michelin. De acuerdo con fuentes de
gran credibilidad, las cubiertas Michelin habrían durado escasos diez
giros. Mucha gente se pregunta aún si Michelin tenía conocimiento de
la deficiencia de sus neumáticos antes del despiste que protagonizó,
el Viernes 17 de Junio, el brasileño Ricardo Zonta, test driver
del team Toyota, conduciendo un Toyota TF105/Michelin, por el reventón
de una de las cubiertas traseras en la curva Nº 5, y del citado
relevante accidente de Ralf Schumacher. La respuesta certera es un
rotundo NO, porque Michelin trabaja con profesionales que dan
prioridad a la seguridad de los pilotos.
Cabe aclarar que la empresa
japonesa Bridgestone, por una cuestión de marketing, en los Estados
Unidos conserva el nombre Firestone, con sus cubiertas para carreras,
denominadas Firehawk, siendo la única empresa proveedora de la Indy
Racing League Indy Car Series, categoría que en su calendario anual
cuenta con numerosas pistas con curvas peraltadas, (entre ellas el
célebre rectángulo con vértices redondeados donde se disputan las
legendarias 500 Millas de Indianápolis) y de allí extrae las
experiencias tan necesarias. Es fácil deducir por qué Bridgestone
Motorsport estaba mejor equipada que Michelin y pudo enfrentar
airosamente el exigente Gran Premio de los Estados Unidos con su
modelo Potenza, siendo proveedora de Jordan Grand Prix, Minardi F1
Team y la Scuderia Ferrari Marlboro.
El reglamento de la Fórmula 1
2005 puso excesivas trabas y estipulaba penalizaciones ante cambios de
neumáticos en circunstancias no claras. Fue un reglamento injusto, que
atentó contra la libre competitividad, careció de fundamento deportivo
y al que no pudo dársele una utilidad práctica ni conveniente. Cuando
los intereses comerciales se sitúan por sobre los deportivos, se
registra una merma en el rendimiento de los equipos.
A la faceta reglamentaria, en el
plano técnico, tendrá que aplicársele control, pero con sentido común,
y no con el objetivo de restringir, contraer o abrumar aún más a una
Fórmula 1 condicionada y distorsionada por la ambición de poder
desmedido de sus absolutistas dirigentes, cuya facultad está
sobredimensionada.
Con sabiduría, visión de futuro y
buenas intenciones, se podrá hacer que prometedores pilotos lleguen a
la Fórmula 1, pero no con el “pesado” cometido de aprender de cero, lo
cual es inapropiado para el grado alcanzado por la Fórmula 1, sino
para demostrar lo ya asimilado en otras categorías y con el propósito
de confirmar que se puede hacer de la Fórmula 1 un medio en el que
prevalezca el deporte.